Para algunas personas software libre no son más que programas gratis. Sin embargo la diferencia entre el software libre y el privativo no está en la gratuidad o no de los programas que pueden serlo o no tanto en el privativo como en el libre; o en lo que se puede hacer con ellos ya que pueden hacer lo mismo unos y otros; ni siquiera en que el software libre no padece, de momento, el problema de los virus; sino que su diferencia está en como se desarrolla, se distribuye y se le da soporte al software libre. Su gran aportación en la sociedad digital actual es la libertad de uso y el compartir la tecnología generosa y solidariamente como caracterísitcas éticas imprescindibles, lo que ha hecho surgir un nuevo modelo cultural, tecnológico y económico basado en la colaboración y en un acceso a la tecnología menos discriminatorio.
Así, frente al modelo de gestión cerrada y vertical del software privativo (una empresa o persona desarrolla una aplicación de la que es propietaria y de la que no da a conocer su código, la distribuye directa y verticalmente y la soporta y modifica solamente esa empresa sin que nadie más pueda intervenir salvo para comprarla y venderla), encontramos el modelo de gestión transparente, abierta y horizontal del software libre (empresas o personas desarrollan aplicaciones en colaboración con quienes quieran participar en el proceso, ya que difunden su código, distribuyéndose abierta y libremente a quien las necesite, creándose comunidades colaborativas que las soportan y las pueden modificar, y donde todas las personas implicadas son importantes y tenidas en cuenta). Y es en esa diferencia de modelo de gestión de la tecnología donde realmente reside la fuerza y la importancia social y económica del software libre.
Lamentablemente hay sociedades y administraciones que todavía no lo han comprendido y continúan apoyando en exclusiva el modelo de software privativo que proponen las multinacionales o distribuyendo o utilizando el libre como si se tratara tan sólo de aplicaciones gratuitas sin más, ya que suelen ser las mismas personas con la misma formación y mentalidad que había hasta entonces las que abordan los cambios empujadas, simplemente, por la presión social o del mercado, pero sin aprovechar las circunstancias para una auténtica transformación de los modelos de gestión y desarrollo.
Es en esas situaciones en las que se pueden adentrar en una segunda brecha digital, más grave si cabe que la primera; una brecha caracterizada por grandes inversiones en tecnología, pero aprovechadas mínimamente por la mentalidad y formación con las que se gestionan, realizadas sin contar con las personas implicadas tanto en el desarrollo del software como en su utilización o en su formación; una situación que paradójicamente puede generar más confusión y problemas a sus usuarias al no crearse comunidades de desarrollo y soporte por ese modelo de gestión cerrado y vertical de partida, y en las que tampoco hay una empresa de soporte detrás al no tratarse de un modelo privativo.
Ójala que Marcelino Iglesias, Presidente de Aragón, cuando firma declaraciones en las que apuesta por el software libre para nuestra educación, sanidad y administración, haya entendido la diferencia y no sólo se distribuyan programas gratuitamente en Aragón sino que se produzca un auténtico cambio del modelo de gestión de la tecnología actualmente vigente en esos sectores y que además lo impulse en todo nuestro sistema económico, social y cultural pues la diferencia de desarrollo entre una y otra opción es abismal, tanto en los beneficios de hacerlo de una manera como en el desastre de hacerlo de la otra.
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* La imagen es de koke del Día del Software Libre en Zaragoza